El cáncer de cérvix podría desaparecer en las próximas décadas.
El cáncer de cuello uterino es la causa más común de muertes relacionadas con el cáncer en mujeres en 42 países de ingresos bajos y medios bajos (LMIC).
Actualmente, existe una gran disparidad en la incidencia de esta enfermedad altamente prevenible, por la cual 290 000 (51%) de los 570000 casos nuevos que se estima que ocurren anualmente afectan a las mujeres en los LMIC.
Esto ha llevado a muchas personas a llamar la atención sobre la necesidad de una acción urgente. De hecho, se han desarrollado nuevas herramientas valiosas en los últimos 20 años para hacer que la prevención sea más factible y accesible, incluso en entornos de bajos recursos: la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), pruebas para determinar la presencia del virus del VPH, el uso de muestras auto-recolectadas para pruebas de VPH, ablación térmica para tratar el precáncer cervical, y el uso de teléfonos móviles para mejorar el seguimiento después de la detección.
Estos desarrollos, si se amplían y se aplican con prudencia, podrán aumentar el impacto en la prevención del cáncer de cuello uterino. Además, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, hizo un llamado en 2018 para eliminar el cáncer cervical como un problema de salud pública.
El llamado a la acción del Dr. Tedros ha estimulado a la OMS a convocar a expertos y desarrollar una definición consensuada de eliminación del cáncer de cérvix (cuatro casos por 100000 mujeres-años); y establecer objetivos preliminares, conocidos como la estrategia de intervención triple: cobertura del 90% de la vacuna contra el VPH, cobertura del 70% de detección de mujeres dos veces a lo largo de la vida de 35 años y 45 años, y 90% de entrega del tratamiento necesario para el cáncer de cuello uterino y el precáncer para 2030.
Dos artículos en The Lancet presentan los resultados de un equipos de investigadores que estimaron el probable impacto de la estrategia de triple intervención prescrita por la OMS sobre la incidencia y mortalidad por cáncer cervical en los LMIC.
Mientras que Marc Brisson y sus colegas se centran en la vacunación y la detección, ya que estas son las intervenciones que evitarán nuevos casos, Karen Canfell y sus colegas incluyen el impacto del tratamiento del cáncer en la reducción de la mortalidad, especialmente en las primeras dos décadas antes del impacto de la vacunación y la detección.
Además del escenario primario (la estrategia de triple intervención de la OMS), los autores consideran varias alternativas, como la vacunación solo para niñas versus la vacunación de niños y niñas, la vacunación de recuperación a edades más avanzadas y la detección de una vez en la vida. También examinaron el impacto de las diversas intervenciones a lo largo de un siglo, con efectos a corto, mediano y largo plazo. El análisis de modelado es una tarea compleja, que fue realizada con modelos dinámicos validados y suposiciones bien documentadas.
Las preguntas clave que se hicieron los investigadores fue si la eliminación del cáncer de cérvix era factible o no, cuánto tiempo tomaría, qué reducción porcentual en las tasas se podrían esperar, y qué número absoluto de casos y muertes se evitarían.
De los 93,5 millones de casos estimados que se espera que ocurran durante el próximo siglo si la situación actual continúa (es decir, sin aumento de la vacunación, el cribado o el tratamiento), la estrategia de intervención triple podría evitar 741 millones nuevos casos y 62.6 millones muertes por cáncer de cuello uterino, y la eliminación global podría lograrse para fines de siglo.
Sin embargo, como con cualquier ejercicio de modelado, los supuestos son importantes. Los propios autores identificaron las principales barreras a las intervenciones propuestas y el cronograma para ampliarlas.
¿Cuál es el propósito entonces de crear objetivos tan ambiciosos y estrategias globales? En primer lugar, crean una visión del camino a seguir.
Todavía no tenemos los análisis de costo-efectividad (que están actualmente en curso) para saber cuál de estas intervenciones generará la mayor relación calidad-precio. Por ejemplo, aunque el cribado dos veces durante la vida reduce aproximadamente 1.6 millones más muertes que el cribado una vez en la vida durante 100 años, aumenta sustancialmente los costos de programas y suministros.
Sin embargo, existen riesgos para establecer objetivos si se perciben como poco realistas, inalcanzables o inequitativos. ¿Cuán razonable es establecer un objetivo único para todos los países, independientemente de la amplia divergencia en la incidencia de cáncer cervical?
Ambos documentos requieren análisis más detallados específicos del país y la adaptación de estrategias (y quizás objetivos) a las necesidades y recursos locales. Debemos tener cuidado al establecer objetivos globales elevados que no nos detenemos allí, sin asegurarnos de que los países tengan los recursos técnicos y financieros para evaluar sus situaciones y opciones locales.
Los enfoques estratificados por recursos, pueden respaldar objetivos globales al tiempo que tienen en cuenta la necesidad de priorizar el uso de recursos escasos y desplegar evidencia basadas en intervenciones para lograr los mejores resultados posibles. Los esfuerzos regionales para definir dichos enfoques estratificados podrían ser una forma eficiente de seleccionar intervenciones apropiadas y establecer plazos realistas.
En definitiva, los resultados de estos dos estudios nos muestran que se puede hacer un progreso considerable en la reducción de la incidencia y muerte por cáncer cervical. Ahora tenemos que dar los siguientes pasos para sentar las bases donde faltan incluso las infraestructuras básicas, y poner en marcha planes locales a medida que nos muevan rápidamente hacia el objetivo de hacer el cervical cáncer la enfermedad rara que debería ser.